No es la primera vez que Taylor Swift acude a la justicia para reclamar sobre transacciones comerciales de su música realizadas sin su conocimiento; sin embargo, esta sí es la primera que la artista de 30 años debe volver a grabar más de la mitad de sus propias canciones para recobrar su poder sobre cada una de ellas.
Y es que seis álbumes, de ocho que en total ha lanzado Swift, son ahora propiedad de un fondo de inversiones que compró el 100 % de sus derechos a la disquera Big Machine Label Group: la compañía que representó a la cantante entre 2005 y 2018.
Tras el negocio aparecen los nombres de Scooter Braun y Scott Brocheta, quienes no solo habían comprado inicialmente gran parte de la disquera (lo que los convertía en dueños parciales de la música de Swift), sino que además vendieron los sonidos de la artista sin su consentimiento a Shamrock Holdings.
La artista denunció lo sucedido en su cuenta de Twitter el pasado 16 de noviembre. Allí confesó haberse enterado de la transacción al recibir una carta del fondo, en la que se le notificaba que su música había sido vendida.
Pese al esfuerzo de Taylor por ofertar por los sonidos de álbumes como 1989 y Reputation, el negocio parece no tener reversa por ahora, razón por la cual la artista tomó la decisión de volver a grabar la música vendida y así poder obtener las debidas regalías de sus propias creaciones.
